La intolerancia a la lactosa es un tema que ha ganado gran popularidad recientemente, pero que, en realidad, ha estado en la palestra nutricional desde hace muchísimos años, ya que incluso en la época de Hipócrates existían registros de la misma.
Tanto grandes como pequeños pueden verse afectados por dicha condición digestiva. No obstante, los pacientes pediátricos son los que suelen presentar mayor repercusión en su organismo, debido a que es en esta etapa donde el ser humano consume más cantidad leche y donde debería tener menos problemas para sintetizarla.
De ahí, lo beneficioso de conocer hasta qué edad secreta lactasa intestinal el niño, junto con otros puntos importantes que serán esclarecidos a lo largo de este artículo.
¿Qué es la lactasa intestinal?
Para entender mejor todo lo que implica el tema, es conveniente dar un repaso rápido sobre qué es la lactasa intestinal y cuál es su papel en el cuerpo.
La LPH o lactasa-floricina hidrolasa, es una enzima encargada de separar el disacárido lactosa en sus dos componentes: galactosa y glucosa. Todo esto con el fin de facilitar su proceso de absorción durante la digestión.
Este tipo de tipo de β-galactosidasa se situa en el intestino delgado irregularmente, siendo las primeras porciones del yeyuno su máximo punto de concentración.
Los niños y la lactasa intestinal
A la hora de hablar de alimentos para bebés, la leche materna es la principal fuente de nutrientes para cualquier mamífero recién nacido. De hecho, su consumo es tan importante que la OMS recomienda el amamantamiento exclusivo hasta los 6 meses de edad.
Por esa razón, la actividad de la lactasa inicia en el útero, alrededor de la semana 34 de gestación, registrando un alto pico de producción en el momento del parto y estabilizándose los meses siguientes.
Después del destete, los niveles de LPH descienden cerca de un 10%, manteniéndose medianamente regulares hasta los 3 o 6 años de vida, cuando el organismo comienza a detener su secreción de manera natural.
En algunos casos, la producción continua disminuyendo paulatinamente pudiéndose consumir lácteos sin problema también en la juventud. A diferencia de otros, donde la función de la lactasa se detiene por completo aún a corta edad.
Hoy en día, se calcula que aproximadamente el 70? la población mundial padece de intolerancia a la lactosa, a pesar de las mutaciones genéticas que han ocurrido gracias a la adaptación evolutiva, las cuales permiten al organismo hidrolizar galactósidos y obtener sus beneficios.
La intolerancia a la lactosa y su relación con la lactasa intestinal
Al nacer, el grueso de los niños tienen la capacidad de producir lactasa en niveles óptimos de acuerdo a la cantidad de lactosa que se supone deberían consumir en esa etapa. Y es que, entre los distintos componentes de la leche materna, la lactosa es el azúcar que se halla en mayor proporción.
Un niño o bebé puede manifestar síntomas de intolerancia a la lactosa por múltiples motivos, como, por ejemplo, un estado de malnutrición provocado por una diarrea prolongada o una infección gastrointestinal que disminuya la acción catalizadora de esta enzima.
Normalmente, el daño es transitorio, pero sus efectos pueden prolongarse un par de semanas o meses, antes de que el cuerpo vuelva a digerir los lácteos correctamente.
Asimismo, existen otras causas de hipolactasia secundaria más complejas relacionadas con afecciones crónicas, como son: la enfermedad de Crohn, la enfermedad celíaca, el síndrome de intestino irritable y el síndrome de intestino corto.
La herencia genética también juega un papel notorio en la deficiencia de lactasa. Aquí la pérdida es definitiva y se incrementa de forma gradual a lo largo del tiempo, es por ello que su expresión es tan rara de ver en niños pequeños. A menos que se trate de un aislado caso de alactasia congénita, la cual se presenta en recién nacidos desde la primera exposición a la leche materna.
De cualquier modo, las personas cuya deficiencia sea de origen genético, deben saber que su condición todavía se encuentra en estudio, por lo que los tratamientos disponibles en la actualidad están dirigidos especialmente a promover el alivio de los síntomas, pero no a la recuperación absoluta y fisiológica de la enzima.
Preguntas frecuentes sobre la intolerancia a la lactosa que todos deben saber
Ya sea que haya un niño con esta condición en la familia o que simplemente se desee aprender más acerca del trastorno, siempre es útil conocer ciertos puntos básicos que ayudan a comprender y manejar del mejor modo posible el estilo de vida que las personas intolerantes a la lactosa deben llevar.
A continuación, daremos respuesta a las preguntas más comunes.
¿Cuáles son los síntomas intestinales de la deficiencia de lactasa?
En orden de mayor a menor porcentaje de manifestación son: dolor abdominal, flatulencias, sensación de plenitud abdominal, borborigmos, vómitos, náuseas, diarrea y en algunas ocasiones excepcionales, estreñimiento.
¿Pueden aparecer síntomas de otro tipo además de los digestivos?
Es normal que las molestias intestinales vengan acompañadas de síntomas sistémicos, es decir, que afecten áreas más allá del intestino, tales como: fatiga, úlceras bucales, cefalea, dolor articular, problemas dermatológicos, resequedad en mucosas, reacciones alérgicas, depresión y falta de concentración.
¿Qué determina la intensidad de los síntomas?
Cada cuerpo humano es diferente, al igual que sus hábitos y costumbres. Es por ello que, el volumen de lactosa ingerida, la clase de producto lácteo, la velocidad de vaciado gástrico y la motilidad intestinal, entre otros factores, determinarán la variabilidad e intensidad de los síntomas.
¿Qué pasa si no se trata rápidamente?
La lactasa es una enzima sumamente delicada que, al no ser sintetizada en cantidades adecuadas, permite que la lactosa continúe su paso por el intestino sin desdoblarse, lesionando la mucosa e influyendo negativamente en el proceso de absorción de nutrientes.
¿Cómo suplir las deficiencias minerales en una dieta libre de lácteos?
Si bien la leche es una enorme fuente de Calcio, Potasio, Fósforo, Cinc, Hierro y Fósforo, existen infinidades de alimentos así como: espinacas, pescados, almendras, huevos, pollo, aguacate, alubias, bananos y frutos secos, que tienen la capacidad de suplir los requerimientos minerales necesarios para una dieta sana.