Esta intolerancia, que surge de la falta total o parcial de la enzima lactasa en el intestino, puede presentarse en diferentes tipos y grados en la edad adulta o en la niñez. Es bueno tener en cuenta que puede ser un trastorno único y particular o depender de otra patología desencadenante.

Puede ser ocasionado por una enfermedad inflamatoria del intestino, puede ser crónico, o también, solo puede ser un episodio transitorio. Además, existen factores de riesgo bastante importantes.

Afortunadamente, es posible determinar el tipo y grado de esta intolerancia y proceder a tomar las medidas que sean más convenientes, teniendo en cuenta también la edad del paciente, su dieta y otros factores individuales.

Existen 3 formas del mismo problema

Ciertamente, se habla mucho de la intolerancia a la lactosa, pero a menudo de forma inapropiada. De hecho, un poco de diarrea después de haber comido un helado no es suficiente para hacer un autodiagnóstico.

Es necesario que se presenten síntomas más específicos y una recurrencia de los mismos en correspondencia con la ingesta de lactosa en cualquier clase de producto. Estas son las 3 formas distintas en las que puede atacar al cuerpo:

Intolerancia primaria

Este es el tipo más común, puede ocurrir en la edad adulta, pero más frecuentemente ocurre dentro de los dos años de vida debido a una reducción progresiva de la lactasa en el intestino, más o menos después del final de la lactancia. En este caso, el bebé nace con una excelente capacidad de digerir la leche materna, y sus niveles de lactasa son altos.

Sólo después del destete, la introducción de la leche de vaca y la reducción progresiva de la leche materna hasta que se detenga la lactancia, la producción de lactasa disminuye progresivamente haciendo que se manifiesten los síntomas típicos del padecimiento de intolerancia. Esta deficiencia tiene una causa genética y comúnmente dura toda la vida.

Intolerancia secundaria o adquirida

En este segundo caso surge como una complicación o consecuencia de otra condición patológica. Por lo general, la incapacidad del intestino delgado para producir la enzima lactasa se produce como resultado de enfermedades inflamatorias del intestino, como la enfermedad de Crohn u otras intolerancias crónicas como la enfermedad celíaca.

A veces, incluso la cirugía o la gastroenteritis viral aguda pueden inhibir la producción de lactasa. Este tipo secundario de intolerancia, a diferencia de la genética, es reversible con tratamientos adecuados, probióticos y una dieta específica.

Intolerancia congénita

Por suerte, esta condición es la menos común, y se produce cuando la falta de la enzima lactasa es heredada por ambos padres. Esto ocasiona que el niño venga al mundo incapaz de digerir la leche materna. La prematuridad puede ser un factor de riesgo para la causa congénita.

Grados de impacto en el organismo

Aunque aún hay cierto debate médico por la medición precisa del grado de intolerancia, se estima que una persona que puede digerir al menos 12g (lo que equivale a un vaso de leche entera) de lactosa presenta una intolerancia en bajo grado, con muy pocos síntomas de malestar después del consumo.

Por otra parte, cuando solo se puede digerir de 2 a 7 gramos se considera que es un grado medio, y cuando es de 0 a 1 gramo, es el caso de una intolerancia en grado alto, donde se presentan los síntomas más severos que pueden causar mucho dolor. Hay que destacar que una persona sana debería digerir sin problema hasta más de 20 g de lactosa.

Factores de riesgo

Los expertos indican que la familiaridad es un importante factor de riesgo para la intolerancia a la lactosa. Además, se ha determinado que hay una mutación genética recesiva el origen de la forma congénita, que es mucho más rara que la primaria. También hay otros factores predisponentes o precipitantes en caso de niños como en adultos:

  • Origen geográfico. Es más probable que se manifieste en personas de origen europeo meridional, mediterráneo, asiático o africano.
  • Nacimiento prematuro. Los niños prematuros no han completado su desarrollo en el útero, por lo que pueden mostrar síntomas debido a la inmadurez de sus intestinos.
  • Enfermedades inflamatorias intestinales crónicas, como la intolerancia permanente al gluten.
  • Gastroenteritis.
  • Algunas terapias como radioterapia y quimioterapia pueden ocasionar una intolerancia, pero en estos casos es transitoria y más sencilla de tratar.

Cómo se realiza el diagnóstico preciso

Las pruebas que se aplican para el diagnóstico miden el hidrógeno en el aliento o los cambios en la glucosa de la sangre después de la administración de bebidas que contienen cantidades estándar de lactosa. Después identifican si el sujeto es capaz de digerir la sustancia o no.

Son dos tipos principales de enfoques y ambos requieren la recolección de muestras en ayunas:

Prueba de aliento

Es la prueba más común, y es la que mide el hidrógeno en una muestra de aliento. Si hay intolerancia presente, la lactosa no digerida llega al intestino grueso y es descompuesta por las bacterias, generando cantidades excesivas de hidrógeno.

El hidrógeno entra en el torrente sanguíneo y después es eliminado de los pulmones por la respiración.

Prueba de sangre

Es una prueba secundaria, a veces utilizada para apoyar el diagnóstico. Mide la glucosa en muestras de sangre, mientras detecta la conversión de la lactosa ingerida en glucosa y galactosa.

Preguntas frecuentes

¿Los síntomas son diferentes según el tipo o grado de intolerancia?

Los síntomas no difieren mucho en el tipo de intolerancia que se padece, pero en el caso de los grados de la misma, los síntomas son mucho más fuertes en los grados más bajos.

En estos casos,  se puede sentir con más fuerza o gravedad: pesadez de estómago, diarrea, flatulencia, hinchazón abdominal y gástrica, mal aliento, calambres y espasmos abdominales, náuseas, vómitos e incluso dolor de cabeza.

¿Cómo se hace la prueba del aliento?

La prueba se realiza fácilmente. Primero, se adquiere una muestra de aliento de referencia basal, en un pequeño tubito. Después, se le da al paciente una bebida que contiene una cantidad estándar de lactosa.

Posteriormente, se analizan nuevas muestras de aliento, siempre en las horas siguientes, para ver cómo cambia la cantidad de hidrógeno. Un aumento significativo indica una probable intolerancia.

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