Entre los alimentos más comunes en Occidente y casi inasequibles en China están la leche fresca y los productos lácteos en general. La tradición culinaria china no las provee, y esto es debido a varias razones que podrían sorprender a cualquier persona de este lado del mundo.

Lo cierto es que alrededor del 92% los chinos, así como una enorme parte de la sociedad asiática, son intolerantes a la lactosa. Como resultado, el consumo de leche no es común e incluso es visto con cierto desagrado. Por otro lado, hay razones históricas por las que los lácteos no forman parte de la enorme y peculiar gastronomía china, hasta ahora.

Predisposición genética

La teoría más sostenida es que la capacidad de digerir la lactosa en los humanos se habría desarrollado con una mutación genética, debido a los nuevos hábitos alimentarios ya difundidos en la prehistoria lejana. Por ejemplo, con el paso de la caza a la cría las dietas cambiaron, y con ellas también la contribución nutricional.

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En el sudeste asiático, el bajo consumo desde su tradición milenaria creó una indisposición genética a estos productos. De hecho, la intolerancia a la lactosa afecta a cerca del 90? los adultos que viven en esa zona del planeta, tres veces más que en Europa. Particularmente en China, datos oficiales sitúan la cifra en el 92,3% los adultos, y alrededor del 30% los niños.

Un caso contrario es el de Europa septentrional, donde la agricultura era más difícil de practicar debido a la rudeza del clima. Aquí los productos lácteos se convirtieron en una fuente indispensable de nutrientes. Por lo tanto, al acostumbrarse lentamente al consumo durante tantos siglos, estos pueblos habrían desarrollado una buena tolerancia.

Razones culturales y geográficas

Algo muy raro es que el queso, un ingrediente primordial en la gastronomía internacional, fue visto mucho tiempo como un alimento de marginados, se asociaba a una vida miserable e insípida. Esto sin contar que el ganado bovino se consideraba solo como una ayuda para trabajar la tierra y no como una fuente de alimento.

China es un país muy grande y con muchos grupos étnicos diferentes. En algunas regiones, como el Tíbet, Mongolia Interior y Xinjiang, el consumo de productos lácteos es habitual, por razones de conformidad territorial, baja población e incluso motivos religiosos. En el Tíbet, por ejemplo, se consume leche de yak, cuya mantequilla se añade al té.

Cuáles son sus alternativas

Hoy en día, a pesar de la intolerancia, la leche es cada vez más popular en China. Sin embargo, hay muy pocas granjas de ganado en todo el país porque ocupan demasiado espacio. Después de todo, se necesitaría mucho para alimentar a 1.500 millones de habitantes. En consecuencia, China importa leche, a menudo en polvo, y yogur de otros países.

Curiosamente, en otras regiones se consume mucha leche de soja, que es parte integral del desayuno de muchas personas. Se elabora de manera doméstica, empezando por el agua y las semillas de soja amarillas. Esta receta se ha hecho muy famosa en países occidentales gracias a las propiedades que esta leche alternativa.

Cada vez hay más lácteos en la región

Para esto, el gobierno chino está animando a la gente a consumir más leche, financia muchos anuncios y programas en la televisión estatal que la presentan como un alimento saludable. Y paralelamente, las grandes multinacionales occidentales intentan penetrar en el mercado lácteo de China.

Esto ocasionó que las importaciones de queso aumentaran un 70% y de productos lácteos en general un 84%. No es que los chinos de repente ya no sean intolerantes a la lactosa, el hecho es que no todos lo son, sino que muchos quieren aprovechar los beneficios nutricionales que pueden obtener si se controla la intolerancia con ciertas medidas.

Un dato llamativo es que el queso que los chinos prueban por primera vez, y después lo adoptan como preferido es la mozzarella, a la que conocieron gracias a la pizza. De hecho, esta comida tiene gran éxito en el país y muchos consideran está redefiniendo los gustos de la población, que va poco a poco acostumbrándose a los productos lácteos.

En el resto del mundo

La intolerancia a la lactosa es un trastorno presente en todo el planeta, no solo en China. Lo que llama la atención de los expertos es la diferencia radical en la incidencia en los distintos países:

  • Entre las ya mencionadas poblaciones de Extremo Oriente, el África central y meridional, así como entre los nativos australianos y los nativos norteamericanos, la prevalencia es cercana al 90%.
  • Por el contrario, en Europa septentrional y central, en la zona de la antigua Unión Soviética, la intolerancia afecta a menos del 20? los habitantes.
  • Y en la Europa mediterránea y en América Latina, las cifras varían entre el 40% y el 70% las personas.

Ante esta visible falta de homogeneidad, muchos afirman que es la prueba fehaciente de la correlación entre el consumo de leche y la intolerancia en el desarrollo cultural de cada región geográfica que se ha mantenido hasta la actualidad.

Algo llamativo es que si se comparan los datos sobre la prevalencia de la intolerancia con los datos sobre el consumo per cápita de productos lácteos, se observa que cuando se bebe más leche, la lactosa se tolera mejor.

Esto permite suponer que los lácteos se pueden introducir de manera inteligente y cuidadosa en la dieta individual y colectiva, y que con el tiempo y las precauciones indicadas el organismo pueda adaptarse mucho mejor al consumo de estos productos.

Preguntas frecuentes

¿Qué ha aumentado el consumo de lácteos en China?

Parte de la responsabilidad la tiene “el encanto de Occidente”, ya que ha favorecido la difusión de la pastelería europea y los dulces americanos. Ahora existen muchas franquicias donde los locales pueden comprar pasteles de queso, mousse y pasteles de crema.

¿Cómo controlan ahora la intolerancia?

Actualmente se han popularizado mucho los medicamentos para contrarrestar los efectos de la intolerancia. Aparte de que toman precauciones y no consumen de forma desmedida. La meta es que, a futuro, las generaciones venideras no tengan que privarse de los beneficios nutritivos de esta clase de productos, ni del placer de saborearlos.

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